Excelente artículo escrito por Concejo Educativo sobre la LOMCE. Está claro que este señor no cree en la propuesta de las inteligencias múltiples. Yo creo que se la sabe, que se la ha leído, que no es que no sepa la diferencia que existe entre talento e inteligencia, entre equidad y desigualdad , entre lo público y lo privado, sino que su intención era y es hacer una ley profundamente ideológica. Para eso utiliza todo esto de "los talentos". Es la misma diferencia que hay entre una evaluación que sirva para clasificar en vez de para detectar dificultades y proponer soluciones para poder MEJORAR. Se le ve el plumero señor Wert y este artículo le deja "con el culo a las canales" ( expresión que se utiliza en mi pueblo para manifestar que te han descubierto o te han dejado al descubierto)
Si tan preocupado está por mejorar la calidad educativa, es extraño que la profesión docente, sólo aparezca de modo marginal en la propuesta para el anteproyecto cuando el informe McKinsey, citado por el Ministerio y la mejor literatura sobre cambio, reforma e innovación en la enseñanza, han repetido hasta la saciedad que un sistema de calidad depende de un profesorado de calidad: bien formado, reconocido socialmente, con una situación laboral digna y correspondiente a su papel clave en el desarrollo de
nuestras sociedades, responsable, motivado y con una carrera profesional clara. Queda pues al descubierto el objetivo verdadero de esta reforma preocupada y centrada en el mercantilismo, la segregación y el desprecio por el sistema público (Angulo)
Publicado por Enrique Javier Díez Gutiérrez | 4 de junio de 2013
El Ministro de Educación, Jose Ignacio Wert, ha conseguido, contra
viento y marea y con la oposición de toda la comunidad educativa, llevar
a trámite parlamentario su reforma educativa, que él ha denominado
eufemísticamente “ley orgánica de mejora de la calidad educativa”
(LOMCE). Y digo eufemísticamente, porque es un proyecto de ley que, en
clara contradicción con el título que proclama, es una reforma
profundamente clasista y segregadora. Bajo el paraguas de la existencia
de diferentes “talentos” en el alumnado, lo que se pretende realmente,
mediante vías paralelas e itinerarios, es romper el actual tronco común
en la escolaridad básica y común, desviando y segregando al alumnado con
mayores dificultades hacía vías devaluadas e itinerarios segregadores
según el “grado de talento” que alguien determine en un momento dado que
un niño o una niña posee.
El término “talento”, infrecuente en la literatura pedagógica
contemporánea, es un vocablo recuperado de la terminología bíblica para
utilizarlo en esta Ley. Se orienta en un sentido innato y selectivo, que
es contrario al principio y la orientación básica de la pedagogía y la
psicología actual: toda persona tiene capacidad y deseo de aprender a lo
largo de toda la vida, lo que falla es la capacidad para saber motivar y
entusiasmar a las personas en el proceso de aprendizaje. Sin embargo,
en contra de toda evidencia científica, Mr. Wert, en el preámbulo de su
proyecto de ley, afirma que “todos los estudiantes poseen talento, pero
la naturaleza de este talento difiere entre ellos, por lo que el sistema
educativo debe contar con los mecanismos necesarios para desarrollar
una estructura educativa que contemple diferentes trayectorias. La
lógica de la reforma se basa en la evolución hacia un sistema capaz de
canalizar a los estudiantes hacia las trayectorias más adecuadas a sus
capacidades”.
Lo primero que habría que preguntarse es quién va a determinar el
supuesto grado de talento que tiene un niño o niña y en función de qué
criterios y parámetros. Con qué pruebas. En qué momento de su evolución y
desarrollo. De hecho, la mayoría de expertos y expertas plantean que,
en caso de poder diseñar ese tipo de pruebas que “midan” el talento,
este modelo supondría una vuelta al denostado constructo de “coeficiente
intelectual”, que ya la ciencia ha demostrado reiteradamente su
inadecuación para captar la naturaleza cualitativa, multidimensional, en
permanente desarrollo y no mensurable de la inteligencia humana. Además
de que hace tiempo ya se han cuestionado las pruebas que se aplicaban
para medirlo, pues suponen una visión cargada de prejuicios y
distorsionada, que tiende a reflejar la cultura y las prioridades de la
persona que las diseñó.
Es un profundo error científico seguir creyendo en el siglo XXI que se
nace con talento o no, o unos con un talento muy reducido y otros con un
talento extraordinario, o que unas personas tienen talento para llegar
al nivel de educación obligatoria y otras personas tienen talento para
seguir estudiando hasta el nivel universitario, o que algunas tienen
talento sólo para trabajar en lo manual y otras tienen talento para
dedicarse a labores intelectuales. Incluso, aunque así fuera, está
sobradamente demostrado que es un prejuicio ideológico, marcado por una
concepción clasista y segregadora, concebir que la educación no puede
potenciar, modificar o desarrollar las capacidades o “talentos” de las
personas. Considerar que la educación se debe reducir a “descubrir” el
supuesto talento de cada persona y dedicarse a “clasificarlas” y colocar
a cada quien en el carril correspondiente al talento que le ha tocado,
es un claro prejuicio acientífico marcado por una ideología
profundamente clasista. Porque detrás de esta búsqueda, etiquetamiento y
clasificación de los supuestos “talentos diversos” lo que hay es una
clara intención de colocar a unos en el carril de los estudios de
excelencia y otros en el carril de la formación para el trabajo.
Este prejuicio sin fundamento es el que ha asentado, hasta épocas
recientes, que a las personas con diversidad psíquica o funcional no se
las educaba, porque se consideraba que era un esfuerzo inútil y un
despilfarro de recursos, pues no tenían “talentos aprovechables”. No
podemos volver a prejuicios ya superados sobre el modelo de los
supuestos “talentos”, que considera la inteligencia como algo innato e
inamovible y que afirma, en contra de la investigación y la experiencia
en este campo profesional, que lo adecuado es clasificar a las personas
para dar a cada una una vía diferente según el juicio que alguien
determina en edades tempranas de los niños y niñas. Esto fue lo que
llevó a determinar a temprana edad que Albert Einstein no tenía talento y
era un fracaso escolar.
Ya hace más de dos décadas, Howard Gardner cambió la psicología con su
teoría de las inteligencias múltiples, afirmando que todos las personas
tienen la capacidad de aprendizaje y de desarrollo potencial de su
inteligencia, y que ésta no es algo unitario e inamovible, sino que es
vista como un conjunto de inteligencias múltiples, distintas e
independientes, para resolver problemas y/o elaborar productos que sean
valiosos en una o más culturas. Las personas aprenden, representan y
utilizan el saber de muchos y diferentes modos. Lo mejor que tiene la
propuesta de las inteligencias múltiples es que demuestra que todos y
todas podemos y debemos desarrollar todas nuestras inteligencias puesto
que todos poseemos, en mayor o menor medida, todas las inteligencias. Lo
que la escuela debe contribuir, por tanto, es a desarrollar la
capacidad de entusiasmar a todos los jóvenes por el aprendizaje,
proponiéndoles actividades y experiencias motivadoras y unos contenidos
apasionantes que les adentren en la aventura emocionante de comprender
la realidad y descubrir el saber. Esto sólo es posible a través de un
proceso de aprendizaje motivador que facilite realmente que todos los
jóvenes puedan desarrollar todas sus inteligencias múltiples y diversas
hasta el máximo de sus potencialidades.
El talento de Mr. Wert lo que pretende, en definitiva, es excluir a una
determinada parte de la población que ha sido incluida en el sistema
educativo en los últimos treinta años. Para esto sí que tiene talento
Mr. Wert. Para vendernos la segregación por “talentos”, utilizando algo
fundamental en el campo educativo como es la atención a la diversidad.
Por eso debemos decirle muy claramente al Ministro de Educación que
atención a la diversidad, sí; segregación por “talentos”, no.
No hay comentarios:
Publicar un comentario